martes, 29 de mayo de 2012

¿Qué pasó con los perros que viajaban en el Titanic?

Este fin de semana, hace 100 años atrás, 1.514 personas murieron cuando el Titanic se hundió en el Océano Atlántico norte en la mañana del 15 de abril.

Mientras que los entusiastas han ideado muchas maneras de conmemorar este evento, desde cuentas de Twitter históricas hasta películas en 3D, no se ha hablado mucho sobre los perros que acompañaban a sus amos en el fatídico viaje.

titanic_dogs_on_titanicUna exposición en la Widener University Art Gallery en Pensilvania, pone el énfasis en las increíbles historias de los perros del Titanic, con fotos de los animalitos y cuentan qué fue de sus destinos.
Sólo tres de los 12 perros confirmados a bordo sobrevivieron a la tragedia, pero el hecho de que los animales sobrevivieron a las gélidas temperaturas y al caos general de esa noche, es verdaderamente notable.

¿Cuál fue el secreto para la supervivencia de estos perros? Al parecer, el tamaño. El Dr. J. José Edgette, Ph.D. curador de la exposición, e historiador del Titanic por 20 años, dijo que los tres perros que se salvaron eran muy pequeños, lo que significa que pudieron ser fácilmente puestos en las balsas salvavidas, sin que se noten.
De acuerdo con Edgette, dos perros eran de raza Pomeranians, una de ellas se llamaba Lady y fue envuelta en una manta por su dueño, sin que otros pasajeros y miembros de la tripulación se dieran cuenta.

“Sobrevivió debido a que todos asumieron que era un bebé”, dice Edgette”.
El tercer perro era un Pekinés llamado Sun Yat-sen, que pertenecía a la familia Harper, de la firma editorial de Nueva York, Harper & Row. Curiosamente, compartió su nombre con el fundador y primer presidente de la República de China.
El capitán Smith, amante de los perros, (especialmente los de la raza borzoi), admiró tanto a estos perros, al igual que el resto de los pasajeros, que decidió organizar un desfile canino previsto para la mañana del 15 de abril
Otras versiones cuentan que durante la época, era común que los perros “falderos” acompañaran a sus dueños durante los cruceros. De hecho, se sabe que se había planeado un show de perros para los dueños justo en la mañana del día siguiente al hundimiento.
Un total de 14 perros viajaban en el Titanic iban desde un Chow Chow, un Pastor Alemán, un Pequinés, un par de Pomeranios y un Terranova hasta un Bulldog Francés campeón valuado en 750 libras, una fortuna en la época.
Los Astor, los pasajeros más ricos que viajaban en el Titanic, iban acompañados por Kitty, su Airdale.
El Titanic contaba con un área especial para los perros que era excelente, sin embargo Frou-Frou, una pequeña perrita criolla, dormía con su dueña en su camarote.
Cada día, un miembro de la tripulación del Titanic sacaba a pasear a los perros, varios a la vez y el paseo era todo un espectáculo para los pasajeros.
De todos los perros del Titanic, se cree que sólo sobrevivieron 3. El pomeriano de Miss Margaret Hays de New York quien lo escondió bajo su abrigo y subió en el bote salvavidas numero 7.

Los paseos diarios de los perros por la cubierta realmente eran un sucesoOtro pomeranio, también de Nueva York que junto con su dueña Elizabeth Barrett Rothschild, subió al bote salvavidas numero 6.
El otro fue un pequinés llamado Sun Yat Sen que abordó el bote salvavidas numero 3 con su dueño. Como estos botes salvavidas estaban casi vacíos cuando los soltaron nadie se opuso a que los perros viajaran allí.
Está documentado que un pasajero bajó al área de perros y los liberó antes de que el Titanic se hundiera para darles la oportunidad de una mejor suerte. Hay una historia que habla de un Terranova que salvo a una mujer, remolcándola hasta un bote salvavidas antes de que el mismo muriera.
Los paseos diarios de los perros por la cubierta realmente eran un suceso
Hay otra historia que habla de Rigel, un Terranova que pertenecía al primer oficial del Titanic y que cuenta que el perro nadaba de un lado a otro en un intento desesperado por encontrar a su amo.
Su heroica historia narra que salvó a los pasajeros de un bote de salvavidas que se encontraban muy débiles para ser escuchados,  acompañándolos y ladrando hasta que el Carpathia los encontró y fueron salvados.
Esta historia sugiere que en realidad fueron 4 los perros sobrevivientes ya que aparentemente Rigel fue rescatado también por el Carpathia, donde le fueron administraron auxilios médicos y comida.
El hecho de tener un perro a bordo ya demostraba el tipo de privilegio especial del viajero, dice Edgette y explica que sólo a los pasajeros de primera clase se les permitió llevar a sus mascotas. “La tripulación fue muy respetuosa y a los pasajeros de primera clase se les dio lo que querían para mantenerlos contentos”, dijo. Algunos de estos propietarios, incluso sacaron pólizas de seguro de sus queridas mascotas. Lamentablemente, la mayoría de estos reclamos no fueron pagados, ya que los nueve perros que fueron dejados en las jaulas de la nave, obviamente, perecieron.
Si usted se está entristeciendo de sólo pensar en todas las mascotas que se perdieron en el desastre, tenemos más para contarle: “Una historia particularmente triste es la de un Gran Danés, propiedad de Ann Elizabeth Isham, de 50 años, relata Edgette.
Al oír que su perro era demasiado grande para ser salvado, Isham huyó en un bote salvavidas para ir por su perro. Cuando, días más tarde, los equipos de rescate peinaban el área, testigos oculares dijeron que vieron el cuerpo de una mujer aferrada a un perro grande. ”Se supone que el cuerpo que se recuperó era el de la señorita Isham”, dice Edgette.
Aunque sea triste, Edgette dice la exposición se centra en un aspecto a menudo olvidado de la tragedia. ”Quería incluir cosas que la gente normalmente no conoce”, dice. ”Todo el mundo sabe acerca del iceberg, cómo se hundió el barco, pero no van más alla… sin embargo, hay cientos de otros aspectos a los que les tenemos que prestar atención”, concluye.

La Hormiga Y El Escarabajo

Llegado el verano, una hormiga que rondaba por el campo recogía los granos de trigo y cebada, guardándolos para alimentarse durante el invierno.

La vio un escarabajo y se asombró de verla tan ocupada en una época en que todos los animales, descuidando sus trabajos, se abandonan a la buena vida.  Nada respondió la hormiga por el momento; pero más tarde, cuando llegó el invierno y la lluvia deshacía las boñigas, el escarabajo hambriento fue a pedirle a la hormiga una limosna de comida.  Entonces sí respondió la hormiga:


“Mira escarabajo, si hubieras trabajado en la época en que yo lo hacía y tú te burlabas de mí, ahora no te faltaría el alimento”.

Cuando te queden excedentes de lo que recibes con tu trabajo, guarda una porción para cuando vengan los tiempos de escasez.
Fábula de Esopo    Fuente: www.edyd.com

Hoy les envío una de las fábulas más conocidas de todas…aunque con insectos distintos a los usualmente utilizados.  Lo cierto es que no cabe duda que al pasar por la vida, todos experimentaremos tal y como nos lo plantea el autor del libro de Eclesiastés, distintos “tiempos” en la misma.  Así , todos podemos esperar tener épocas en las que disfrutemos de abundancia relativa y otras en las que un poco de estrechez.  Eso no significa en absoluto que Dios nos haya abandonado sino todo lo contrario, que en una u otra situación jamás nos desampara… tal y como lo aprendiese el Apóstol Pablo, llevándole a contentarse en ambas circunstancias.  La fidelidad de Dios nunca falla pero, ¿y la nuestra?  De todas maneras, el guardar para momentos de estrechez (no sólo la nuestra sino es especial de la de los demás) nunca está de más.  No sólo es una buena práctica (bien expresada por el ahorro sistemático) sino que es reflejo de sabiduría al reconocer que Dios nos da más de lo que realmente necesitamos para cubrir nuestras necesidades, ayudar a los demás y un poquito más.  Seamos sabios en nuestra labor y finanzas.  Adelante y que el Señor les bendiga. Raúl Irigoyen