'Violins of Hope' (Violines de esperanza) está constituida por instrumentos pertenecientes a músicos judíos prisioneros en los campos de concentración nazis.
La Universidad de Carolina del Norte, en Charlotte (EE UU), es sede es estos días de una particular e impactante exposición. Se trata de 'Violins of Hope' (Violines de esperanza), constituida por instrumentos pertenecientes a músicos judíos prisioneros en los campos de concentración nazis. Algunos de ellos fueron asesinados, pero otros -y también sus familiares- salvaron la vida gracias a los violines, ya que los verdugos encargaban a los músicos que tocaran para tener un 'entretenimiento'. A veces les obligaban a interpretar canciones alegres mientras asesinaban a otros detenidos en las cámaras de gas.
La muestra – que concluye este martes- no sólo exhibe los instrumentos musicales, sino que cuenta su historia y, mediante un programa de actividades complementarias, permite escuchar cómo suenan. Por ejemplo, el pasado sábado tuvo lugar un concierto de la Sinfónica de Charlotte en el que fueron utilizados los 18 violines. Como solista actuó el israelí Sholomo Mintz.
HISTORIA DE LOS VIOLINES
Algunos de los violines que forman la muestra sonaron antes y después de la II Guerra Mundial en campos de concentración nazis, entre ellos Auschwitz, el mayor centro de exterminio, con entre 1,5 y 2,5 millones de muertes.
Otros instrumentos mostrados en Violins of Hope eran utilizados para tocar música klezmer, un género del folklore musical judío empleado en bodas, bailes y otras celebraciones. Fue muy popular entre las comunidades judías del este de Europa, desapareció casi totalmente a raíz del Holocausto y ha experimentado un notable renacimiento a partir de los años ochenta del siglo XX.
Es la primera vez que Violins of Hope llega al continente americano. La exposición fue presentada por primera vez en 2008 en Jerusalén (Israel) y dos años más tarde se exhibió en Sion (Suiza).
EL LUTIER RESTAURADOR
Los 18 violines fueron restaurados por el lutier Amnon Weinstein, de 73 años, que perdió a unos 400 miembros de su familia en los campos de aniquilamiento . Él opina que estos violines son un buen instrumento educativo. "No puedes traer de regreso a los muertos, pero los violines hablan por ellos", señala el artesano, cuyos padres lograron escapar a tiempo para establecerse en Palestina en 1938.
Weinstein comenzó con el proyecto en la década de los noventa, pero el verdadero inicio se remonta a finales de la Guerra Mundial, cuando el padre del lutier, Moshe, que también fabricaba violines, empezó a recibir instrumentos de músicos judíos de la Orquesta Filarmónica de Palestina -en aquel tiempo Israel no existía como país y ambos pueblos convivían en la zona-.
Moshe recibía siempre la misma petición: "Cómpreme el violín o lo destruiré". La mayoría de los violines estaban fabricados en Alemania y los músicos a cuyas manos habían llegado no querían saber nada del país tras las atrocidades nazis
CELEBRANDO LA VIDA Moshe Weinstein compraba los instrumentos y los almacenaba, hasta que Amnon le hizo ver que algunos habían salvado la vida de los músicos y sus familias. El pequeño de los Weisntein restauró un violín, luego otro. Su labor empezó a ser conocida y le trajeron más. Hasta ahora ha restaurado 30. Los 18 que expone tienen que ver con la palabra hebrea para ese número, chai, que también significa vida.
Algunas de las piezas que le llegan no son restauradas, como el violín que recibió hace poco, con una esvástica y la frase 'Heil Hitler 1936' talladas en la madera.
La exposición ha sido apadrinada por el banco Wells Fargo, una de las entidades financieras más poderosas y criticadas de los EE UU por sus prácticas abusivas.