Jesús le dijo…Vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. - Juan 20:17.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna. – Juan 6:40.
Esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna. – Juan 6:40.
Dios se dio a conocer al pueblo de Israel bajo magníficos nombres: Jehová, el Todopoderoso, el Altísimo, el Mismo. Pero a nosotros los cristianos Jesús nos habló de Dios como nuestro “Padre”. Los que creen en su nombre llegan a ser “hijos de Dios” y se benefician de los privilegios ligados a esa relación.
La voluntad del Padre: Los creyentes son dados a Jesús por la voluntad del Padre, quien desea que tengan vida eterna (Juan 6:39-40).
La mano del Padre: Jesús es el Pastor de aquellos a quienes rescató: son suyos por la eternidad. “Nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (Juan 10:29).
La casa del Padre: El Padre desea que sus hijos habiten en su casa en el cielo, la meta final de su vida (Juan 14:1-3).
Los cuidados del Padre: Podemos confiar sin reserva en los cuidados del Padre, porque Jesús dijo: “Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad” (Mateo 6:8).
El amor del Padre: Los que guardan las enseñanzas de Jesús son amados por el Padre con el mismo amor con el cual amó a su Hijo (Juan 17:23).
La disciplina del Padre: Mediante las variadas circunstancias de la vida el Padre nos educa para que nuestra vida produzca lo que le es agradable (Juan 15:1-2).
El Padre escucha: Él oye y responde incluso a la más débil petición (Juan 16:23).
Fuente:Amen-amen
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