Dios habló al profeta Daniel sobre el grado de desarrollo que alcanzarían la tecnología y la diversión, hasta el punto de tener una influencia mundial. Dios habló del sometimiento del mundo a un líder que se enfrentará a Jesucristo en su segunda venida.
La Biblia nos habla de una revolución masiva en la tecnología de la información y la comunicación. También nos profetizó acerca de una perniciosa cultura de violencia, buscadora de placeres, insaciable en cuanto al sexo y la codicia, que lograría influir a escala global.
Además, nos advirtió acerca de una manipulación de la opinión pública por medio de fuerzas económicas y juegos políticos que culminaría en el advenimiento de un gobierno mundial y un engaño religioso de grande magnitud.
La explosión de la información
Dios habló al profeta Daniel sobre el grado de desarrollo que alcanzarían la tecnología y la diversión, hasta el punto de tener una influencia mundial. Aunque Daniel vivió 600 años antes de Jesucristo, por medio de él Dios habló acerca de cuatro poderosos imperios mundiales, de la primera y la segunda venida de Cristo, y del sometimiento del mundo a un líder que se enfrentará a Jesucristo en su segunda venida (Daniel 2, 7-9, 11-12).
Aunque Dios inspiró para que escribiera estas profecías, Daniel no las entendía totalmente. Un ángel le dijo: “Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:9). Su verdadera implicación en los acontecimientos mundiales no sería conocida hasta los tiempos del fin; y aun en esos momentos “ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán” (Daniel 12:10).
Sin embargo, Dios le dijo a Daniel —y por medio de sus escritos nos dice a nosotros— dos características de la época de los tiempos del fin, cuando las profecías de la Biblia podrían ser comprendidas y los “entendidos” iban a comprender.
También le dijo: “Sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12:4). La clave la encontramos en la última frase; el tiempo del fin es el momento en el que “la ciencia se aumentará”. Esta profecía verdaderamente se aplica a nuestra época; a nuestra generación se le llama la era de la información.
Algunos estiman que la acumulación de conocimiento se duplica cada 18 meses. Cualquiera que tenga conexión con el Internet -con sólo pulsar unas teclas- tiene bibliotecas grandísimas a su alcance. Podemos grabar enciclopedias enteras en discos compactos y reproducirlos por unos pocos dólares cada uno.
¿Qué tiene que ver toda esta explosión de conocimientos con los medios modernos de comunicación global?
Detrás de la explosión de conocimientos se encuentran los adelantos de los medios de comunicación y la transformación tecnológica que los ha hecho posibles. Sin los medios para difundir rápidamente la información a muchas personas, jamás se habría dado la explosión de conocimientos que se ha producido.
La invención de la imprenta permitió la proliferación de los libros, el medio primario para la diseminación del conocimiento en el siglo 18, “el siglo de las luces”. Junto con la llegada de los periódicos de gran circulación, en el siglo 19 la educación pública aumentó grandemente la tasa de alfabetismo, lo que hizo posible el posterior progreso tecnológico. El desarrollo tecnológico en las comunicaciones electrónicas dio un salto en el siglo 20 con la radio, televisión, computadoras, satélites y finalmente el Internet que reúne todas estas tecnologías en una red mundial.
En realidad, hay dos elementos que permite ver y oír instantáneamente acontecimientos y a personas que se encuentren en cualquier parte del planeta. Son el Internet y las telecomunicaciones vía satélite.
Disponibilidad internacional inmediata
En el Apocalipsis hay una profecía que dice que personas de todas las naciones verán simultáneamente la muerte de dos profetas de Dios en Jerusalén a manos de un dictador llamado la bestia: “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días. . . éstos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía . . . Cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará” (Apocalipsis 11:3-7).
Pero veamos lo que se nos dice acerca de la clase de información tecnológica que estará disponible cuando eso suceda: “Y sus cadáveres estarán en la plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado. Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepultados. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. Pero después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus enemigos los vieron” (Apocalipsis 11: 8-12).
Estas profecías nos dan a entender que la televisión y otros medios electrónicos van a transmitir la muerte de esos dos profetas, tal vez enlazados vía satélite e Internet o aun otras tecnologías más avanzadas. Estos sucesos serán transmitidos en vivo y simultáneamente a todas partes del mundo.
Señales y milagros
Sin embargo, antes de la aparición de estos dos testigos, habrá dos antagonistas por parte de Satanás —la bestia y el dirigente religioso que la Biblia llama el falso profeta— quienes aparentemente van a manipular poderosamente los medios de comunicación y van a deslumbrar al mundo con hechos sobrenaturales, que muchas personas van a creer que son de origen divino, pero que en realidad su origen es satánico.
Veamos la profecía del apóstol Pablo acerca de este dirigente religioso. Al escribir sobre la época de “la venida de nuestro Señor Jesucristo”, Pablo nos dice que este hombre “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Tesalonicenses 2:1, 4).
Pablo continúa: “Inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2: 9-12).
Más adelante, en Apocalipsis 13:13-14 se nos explica que él “también hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia”.
Podemos ver que estos dirigentes perversos van a engañar con su poder y astucia prácticamente al mundo entero.
Diversión absorbente
Pablo escribió acerca de otra tendencia en los últimos días en la que los medios de comunicación desempeñarían un papel fundamental. Escribiendo poco antes de su muerte, ocurrida en el año 67 d.C., dijo: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3:1-4).
Cada una de estas características fundamentales la podemos encontrar en los programas televisivos, devorados por más de dos mil millones de personas en todo el mundo.
La sed de violencia, la exaltación del yo, el sexo sin el compromiso del matrimonio, el placer indirecto en el fruto prohibido sin tener que sufrir las consecuencias, son los temas de las comedias, telenovelas, dramas y programas de opinión que moralmente equivalen al fluido que corre por las cloacas de las mentes humanas.
El motivo para tanta inmundicia es simple: dinero. Lograr que el mayor número de televidentes vea la propaganda comercial, lo cual es el principal objetivo de los ejecutivos de las redes de televisión. Para programar los ganchos más efectivos cuando el número de espectadores está en su punto más alto, es necesario planear un alto contenido de sexo, codicia, lujuria y humor soez. Esta es la forma más segura de mantener al público pegado al televisor.
Los dueños de los derechos de autor de películas y de programas de televisión enfocados en el sexo, la lujuria y la avaricia ganan mucho dinero. Y los que tienen editoriales, revistas, sistemas satelitales y de cable, y establecimientos donde se alquilan películas, ganan más dinero aún.
Los niños cada vez piensan, dicen y hacen más cosas de acuerdo con lo que ven en la propaganda y en los programas de la televisión. Las implicaciones son escalofriantes, porque gran número de estas mentes tan impresionables no logran discernir entre lo que ven en la televisión y la vida real. Sus vidas se convierten en algo irreal.
Las investigaciones demuestran que la conducta antisocial de los niños en las escuelas está directamente relacionada con el contenido de los programas de televisión que ven y el número de horas que pasan frente al televisor. En cierta investigación, el 35 % de los criminales violentos encarcelados dijo haber sacado las ideas de sus crímenes viendo televisión.
Los últimos días
Muchísimas personas afirman creer en Dios, pero no saben quién es Él. Tal como lo dijo el apóstol Pablo, la motivación de las personas en los últimos días no sería el desarrollo del carácter noble o el amor al prójimo. Hombres, mujeres y jóvenes serían “amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3:4).
A todas las personas que están atrapadas en la sociedad materialista, el enfoque y la cultura que influyen en todo el mundo, Dios les dice: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas” (Apocalipsis 18:4).
La única forma de salir de esto es reconocer hacia dónde nos está llevando todo este materialismo, esta diversión y los medios de comunicación centrados en el yo.
Desconectémonos del consumismo; dejemos este camino de vida egocéntrico promovido por todo el sistema mundial de comunicaciones. En lugar de esto, volvámonos a Dios y a su Palabra: La Biblia.