Amado, preocúpese por arreglar su vida y enderezar lo torcido, para ser tenido digno por Dios, y ser tenido por fiel en aquel día que el Señor venga.
En Mateo 25 hay un cuadro que conmueve y es la condición de diez mujeres vírgenes, cinco eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas no tomaron consigo aceite, mas las prudentes tomaron consigo aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Cinco fueron tomadas y cinco rechazadas, pero esa no era la voluntad de su Señor, ese no era el plan de Dios.
Qué triste que sus lámparas no tenían aceite, reaccionaron demasiado tarde, ¿cuándo reaccionaron? Cuando se dieron cuenta que el esposo venía y que sus lámparas se habían apagado, que no tenían aceite, y les dijeron a las cinco prudentes “dadnos de vuestro aceite”. Pero esta santidad y esta vida de obediencia no la podemos vender, la santidad y la vida de obediencia no se puede comprar, no se puede comprar oraciones ni ayunos.
Esto no se encuentra en los supermercados o las tiendas, la santidad se adquiere a través de Jesucristo. Cuando reaccionaron fue demasiado tarde, llegó el esposo y las dejó, su respuesta fue “no os conozco”. Fueron desconocidas por Cristo, y todo aquel que no esté preparado y hallado digno será desconocido por el Señor.
Si queremos vivir en santidad y ser hallados dignos, tenemos que despojarnos del peso y del pecado que nos asedia y correr esta carrera como Dios manda, como la Biblia nos enseña y tenemos que predicar tal y como Dios nos da el mensaje, para que el que oiga se arrepienta, para que el que anda con los pies afuera los vuelva adentro, para que lo torcido se enderece.
También hay una esperanza gloriosa y un gozo para la Iglesia que vive sin mancha que tiene su vestidura limpia. “Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”, Apocalipsis 3:4. En el versículo 4 hay un elogio “pero tienes unas pocas personas… que no han manchado sus vestiduras… que son dignas”, en Sardis había una Iglesia grande, pero solo pocas personas se mantuvieron en santidad y no mancharon sus vestiduras.
Siempre en la historia de la Iglesia hubo un remanente que se mantuvo fiel. Elías en una ocasión dijo: “sólo yo he quedado” (1 Reyes 19:14), y la respuesta divina fue “yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 19:18).
Amado, preocúpese por arreglar su vida y enderezar lo torcido, para ser tenido digno por el Señor, y ser tenido por fiel en aquel día que el Señor venga.
¡
Iglesia de Dios, el Señor Jesús viene pronto! Salga de la tibieza y del conformismo, busque la santidad. La Iglesia verdadera dice: “Ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).
0 comentarios:
Publicar un comentario