El día 29 de enero se celebra el Día mundial de la Lepra, una enfermedad que aparece en la Biblia pero sigue entre nosotros, aunque es una de las menos contagiosas.
Manchas en la piel con trastornos de la sensibilidad en esas zonas, hormigueo, adormecimiento, pérdida de fuerza, rinitis, sensación de obstrucción en la nariz y hemorragias nasales son los síntomas que con más frecuencia llevan a los pacientes a la consulta del especialista, señala Cecilia Medina, coordinadora de la Campaña Nacional de Lepra de la Sociedad Argentina de Dermatología.
Medina explica que esta patología “tiene un tiempo de incubación muy prolongado. Pueden pasar desde un mínimo de cinco años hasta más de dos décadas desde el momento de la infección hasta que aparecen los primeros síntomas”.
Los expertos hacen hincapié en el diagnóstico precoz como medida para evitar las secuelas que la lepra puede causar. Una de las más comunes es la pérdida de la sensibilidad. Según comenta la doctora Medina, un paciente puede quemarse o clavarse algo y no darse cuenta de ello.
La disminución o pérdida de la fuerza muscular, la alopecia de cola de cejas y el aplastamiento del tabique nasal también son secuelas frecuentes. “En casos más avanzados pueden producirse diferentes consecuencias como la mano “en garra”, el pie caído, úlceras plantares, lagoftalmos, úlceras de córnea y ceguera”, apunta la especialista.
El diagnóstico precoz permite instaurar el tratamiento específico, lo que resulta fundamental para prevenir dichas secuelas. “El tratamiento consiste en la utilización de varios antibióticos combinados”, indica Medina.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) proporciona el tratamiento de manera gratuita a todos los pacientes que lo precisen.
La doctora aclara que los afectados por la lepra “deben seguirlo durante seis meses si padecen alguna de las formas paucibacilares de la enfermedad y por lo menos durante un año si se trata de las multibacilares”.
Según afirma Medina, “los pacientes que realizan el tratamiento de forma regular se curan”. En este sentido, la dermatóloga subraya que es “muy importante” no suspenderlo. Además, en cuanto un paciente comienza el tratamiento deja de contagiar la enfermedad.
La lepra o enfermedad de Hansen se contagia de persona a persona mediante un contacto directo. “Se necesita un tiempo prolongado de contacto con el paciente bacilífero y es necesario que el huésped sea susceptible”, detalla Medina.
De hecho, el noventa por ciento de la población presenta una resistencia natural y no enferma. “Por eso se dice que la lepra es la menos contagiosa de las enfermedades infecciosas”, expone la especialista.
La lepra, pese a todo, continúa representando un importante problema de salud en varias regiones del mundo.
La OMS indica que algunas de las zonas más afectadas son Angola, la India, Madagascar, Mozambique, Nepal, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, la República Unida de Tanzania y Brasil.
De hecho, de los 47.612 nuevos casos de lepra que se registraron en Hispanoamérica en 2006, 44.436 se produjeron en Brasil, según recoge la Organización Panamericana de la Salud. Ese mismo año hubo 768 nuevos enfermos en Venezuela, 412 en Argentina, 404 en Paraguay y 398 en Colombia.
Concienciar a la comunidad y cambiar la imagen de la lepra con el fin de alentar a los propios afectados a que busquen asistencia es una de las medidas que la OMS propone para erradicar la enfermedad.
FUENTE: LA VANGUARDÍA MÉXICO
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