martes, 24 de julio de 2012

Multitud de musulmanes en diversos países sigue a Jesús tras verle en sueños

 
Multitud de musulmanes en diversos países sigue a Jesús tras verle en sueños
Un número creciente de musulmanes afirma conocer a Cristo y seguirle a través de sueños y visiones, cambiando sus vidas para siempre.

 MEDIO ORIENTE
 Si entre nosotros alguien dijera que vio a Jesús en sueños, posiblemente originaría sonrisas o miradas incrédulas. Pero en el mundo musulmán se trata de un fenómeno corriente, desde Indonesia a Marruecos. Con el añadido de que lo habitual es que quien lo relata y afirma ser cristiano se está jugando la vida.

“Si preguntas en la iglesia cuántas personas vieron a Cristo, el 80% dirá: ‘Lo vi en un sueño’”, asegura una de las asistentes a una iglesia secreta en un país de Asia Central, cuya identidad es protegida por motivos de seguridad.

Otra mujer cristiana de trasfondo musulmán cuenta que un amigo cristiano la retó a pedirle a Dios que le hablara personalmente. “Decidí pedírselo y así lo hice. Al día siguiente tuve un sueño y en mi sueño vi que Jesús era un puente. Decidí venir a Él”, cuenta hoy.

 MÁS QUE SUEÑOS
 Tan frecuente e impactante es este fenómeno que ha sido llevado al DVD “Más que sueños”, que se utiliza como material evangelístico entre musulmanes. Incluye varios testimonios de personas que fueron tocadas por Dios mediante sueños y visiones. Tal el caso de Alí, quien fue a la Hajj, la peregrinación musulmana a la Meca. “Cuando fui a la Meca fui a honrar a la Kabba y a cumplir las ordenanzas del Islam”, dice él.

  Alí relata a continuación que esa misma noche vio a Jesús en un sueño. “Primero, Jesús tocó mi frente con su dedo. Luego de tocarme dijo: ‘Tú me perteneces’. Y luego, me tocó encima del corazón. ‘Has sido salvo, sígueme, me perteneces’, me dijo. Así que decidí que no terminaría la peregrinación. Haré lo que sea necesario, para seguir esa voz”.

 HISTORIAS REALES
 “Vemos eso en todos lados, escuchamos de personas que nunca han pensado en Jesús como Salvador, son musulmanes contentos con su religión y tienen sueños una y otra vez”, mencionó recientemente Tom Doyle, de Ministerios E3.

Tom y su esposa Joanna dedican su vida a llevar el evangelio al mundo musulmán. Él es autor del libro llamado “Sueños y visiones: ¿Está Jesús despertando al mundo musulmán?”.

“Creo que nuestro Dios es un Dios justo y la gente busca y no saben dónde ir. Tal vez no tienen una Biblia, quizás no hay un misionero en la aldea. Él les llevará el mensaje de alguna forma”, expresó Doyle, refiriéndose a los sueños y visiones que permiten a los musulmanes conocer a Jesús.

 QUITANDO BARRERAS
 También Hazem Farraj, presentador de un programa de televisión vía satélite, llamado “Reflexiones TV”, afirma que a menudo escucha de musulmanes sobre sus sueños y visiones.

“Una señora me escribió y dijo que tuvo una pesadilla. Relató que encendió el televisor y ahí estaba yo, y dijo que las palabras que salían de mi boca eran tan pacíficas que ella se durmió y, tuvo una visión de Jesús y vio al Señor - ella no era creyente. Ella vio al Señor Jesús y Él tenía una brillante bata blanca y señaló a un hombre que ella supo que era Abraham y sacrificaba a Isaac. Ella dice que tan pronto volvió a ver sabía que Cristo fue el sacrificio, el Hijo de Dios”.

 Doyle dice que el sueño o la visión usualmente es el inicio, no el final, de la conversión de un musulmán.  “Sabes, nadie se duerme como musulmán y despierta cristiano, pero esto quita las falsas barreras que se heredan del Islam. Un par de ellas son que adoramos a tres dioses, que la Biblia está corrupta”, mencionó.

   TERREMOTO ESPIRITUAL
   Según los Tom y Joanna Doyle, bajo la actual revolución política en el medio oriente, hay un terremoto espiritual. “Sabes, mientras las cosas se calientan en el ámbito político dentro del Islam, el Espíritu Santo se mueve poderosamente”, dijo Joanna.

“Este es el tiempo donde los corazones se abren, las personas están desesperadas, los gobiernos cambian, los fundamentos tienen grietas masivas y Jesús es la respuesta que viene a llenar esa necesidad”, expresó Tom.

El descuido

El descuido

“Pero Asael no quiso apartarse de en pos de él... Y no queriendo él irse, lo hirió Abner... y cayó allí, y murió en aquel mismo sitio”, 2 de Samuel 2:20-23.
“¿Había de morir Abner como muere un villano? Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos; caíste como los que caen delante de malos hombres. Y todo el pueblo volvió a llorar sobre él”, 2 Samuel 3:33-34.
 
Esta endecha se hace sobre un general, un príncipe de Israel, un hombre con una capacidad tremenda para la guerra. Un joven llamado Asael, (hermano de Joab y Abisaí, sobrinos de David) tenía cualidades de guerreros especiales: salió corriendo detrás de Abner hasta alcanzarlo. Abner le advirtió diciéndole que no lo siguiera, que se apartara de él, de otro modo tendría que matarlo, y entonces no podría levantar el rostro delante de su hermano Joab. Pero Asael no quiso apartarse, Abner lo hirió con la lanza y cayó muerto.
 
Asael miró a Abner y consideró que por la edad madura de éste, él podría vencer. Se le olvidó que los generales no son jóvenes, sino hombres que han llegado a esa posición, madurados en las batallas, curtidos en los combates, diestros en la guerra.Abner no alcanzó el rango de general por simpatías o favoritismos, llegó a este grado porque tenía un recorrido de victorias. Si alguien llega al grado de general, es porque no lograron matarlo siendo soldado, ni tampoco cuando fue ascendiendo de grado.Asael pensó que como el general ya no era tan joven, podía alcanzarlo y matarlo, veía esto como una empresa fácil. Abner le advirtió: “echa mano de alguno de los hombres, y toma para ti de sus despojos”, pero Asael no le escuchó, pensó que como lo había alcanzado también podría matarlo.
 
Sin embargo en 2 de Samuel 3:33-34, se hace una endecha sobre él, esta es la endecha del descuido. “¿Había de morir Abner como muere un villano? Tus manos no estaban atadas, ni tus pies ligados con grillos”. ¿Cuál fue el problema de Abner? Él sabía que Joab era su enemigo, desde el mismo momento que acabó con la vida de Asael, sabía que Joab y Abisaí serían sus enemigos. Él mismo había confesado: “¿Cómo levantaría yo entonces mi rostro delante de Joab tu hermano?” Todo esto Abner lo sabía con anticipación, y si él lo sabía ¿por qué Abner muere en las manos de Joab?
 
Abner fue a visitar a David para conseguir arreglos diplomáticos entre la casa de Saúl y el reino de Judá; llegó hasta David en paz y se fue en paz. Cuando Joab llegó a la ciudad y se enteró de que Abner había venido a David, y se había ido sin que nadie le molestase, mandó llamar a Abner sin que David lo supiera, y pretextando tener un mensaje para él, lo llevó aparte y lo mató. Abner no vino con sus guardaespaldas, fue sólo, sabiendo el peligro que corría, se descuidó al pensar que Joab no lo mataría estando en el reino de David.
 
El descuido nos puede jugar una mala pasada, no se puede confiar en el enemigo, siempre se atreverá a atacarnos haciendo lo que no esperamos. Cuando somos conscientes de que el diablo anda alrededor como un león rugiente, ¿por qué entonces se descuida el cristiano? Sabemos de antemano que hay cosas que nos hacen daño, que hablar con ciertas personas nos perjudicará, que es peligroso detenerse con tal o cual persona, que si no nos apartamos de esa senda seremos traspasados, pero nos descuidamos hasta que de repente se oye la endecha: “Abner si tú eras un general, ¿cómo moriste como un villano, por qué caíste?” ¿Por qué cae un hombre o una mujer de Dios si sabía de antemano donde estaba el problema, donde lo iban a matar?
 
Tendría que haber entrado en la presencia del Señor para ayunar, orar y buscar en la Palabra de Dios la salida, rodearse de gente que lo pudiera socorrer. Hay quienes están avisados, sienten en el corazón la alerta divina, sea creyente o ministro, saben que Joab los quiere matar ¿por qué van a su encuentro? Cuántos llantos y endechas se levantan ante los que se suponía no tenían que haber caído, porque tenían la madurez, conocían la Palabra, pero se descuidaron y son endechados. ¡Tengamos cuidado con el descuido!